jueves, 15 de enero de 2015

Poema 7º: "La mordaza"

LA MORDAZA
de la serie "Del ser y del no ser"
incluida en la antología "Tiempo y abismo" (1999-2002)

(de Antonio Colinas: OBRA POÉTICA COMPLETA, Siruela, Madrid, 2011)

3 comentarios:

Ramiro dijo...

Pensadores y filósofos de la política, italianos y franceses en concreto, nos hablan del poder como una enorme masa, diluida en el todo, inconcreto y amorfo. De difícil definición porque se extiende y ramifica por doquier. Así empieza el poema de Antonio Colinas.
El poema me recuerda a las utopías –negativas-, a esas visiones de la Política, mejor, de la Filosofía Política –Walden Dos, 1984, Utopía, Un mundo Feliz…-; género literario que pretende criticar la sociedad del momento desde un punto de vista totalitario, argumentando la falta de escapatoria, causada, o bien por el fundamentalismo científico, o político. Todo está controlado y racionalmente reprimido. La crítica totalitaria tendría el carácter de denuncia y también de prevención de lo que pueda venir.
Colinas nos habla de una sociedad silenciada por el control del poder político: todo bajo el control de un poder totalitario que ejecuta sus planes con la maestría de no dejar rincón alguno: bajo vigilancia y castigo. La vigilancia es para controlar y reprimir, y todos lo saben. Conocemos que ese poder absoluto reprime de esa manera, impidiendo la individualidad y libertad. Queda únicamente aguantar, resistir, como la servidumbre voluntaria que se somete al poder. Y lo sorprendente no es que el poder sea tan totalitario, es que las masas sepan de tal monstruosa ejecución y soporten con tanto estoicismo semejantes crueldades. El punto de control es tan ingente que la desidia ya está impregnada; ni siquiera se escuchan ya las voces críticas de pensadores que usan la palabra escrita (¿qué será eso?) para denunciar el estado de la cuestión. Y aún peor, si se escribieran, no podrían comprenderse.

ANABEL dijo...

Podría decirse que los protagonistas de este poema de Colinas son el pueblo, los poderosos, y la política que vincula a ambos grupos.
Los poderosos gobiernan, sean de una ideología u otra, haciendo que el pueblo quede impedido para obrar con libertad, su capacidad de acción está anulada, se le ha colocado una mordaza que casi no le permite respirar; se encuentra sometido a la verborrea de unos cuantos que prometen y no cumplen lo prometido, de ahí esos “odres de hipocresía” mencionados en el verso.
Es la política en sí, desde un punto de vista bastante negativo, el medio perfecto para oprimir al pueblo y no para encontrar soluciones acertadas. Es un sentimiento muy pesimista el que el poeta transmite a través de estos versos, acerca de aquellos que tratan de “arreglar” el mundo con muchas palabras y escasos hechos. El pueblo grita, gime, “le tienen atados las manos y los pies”, pero se le ignora, es como un animal que camina con heridas que ya han sangrado, y ahora ni siquiera sangran, simplemente sobrevive con ellas; “a veces logra escribir palabras que ya nadie comprende”, es decir, sus gritos y sus quejas no llegan a ninguna parte, o quizá a un círculo vicioso de silencio infinito donde no existen oídos que quieran escuchar.

Simón dijo...

La mordaza es de cuero,
Fácilmente manipulable
Y con ella el hombre engulle
Su propio silencio.

Antonio Colinas denuncia en este poema la lógica del poder, la servidumbre del hombre y se detiene para ver cómo se oculta el rostro humano y se muestran ante su angustiada mirada de poeta esos arquitectos del dolor y esos dioses de la fuerza y el odio. Y cuando uno lee lo que el corazón calla, una salmódica advertencia se deja oír:

.Quien impide a otro hablar, le roba el alma, y por eso quien amordaza descuartiza la propia naturaleza y se traiciona a sí mismo.
.Quien construye su vida con la masa del poder y el dolor de sus víctimas, finge con ellas piedad para atormentarlas con más dureza.
.Quien sigue el camino del poder y amordaza para ser más fuerte, sabe leer los signos de un tiempo en que se ha enterrado el arco iris de la esperanza y repudia cualquier atisbo de luz.
.Quien se sirve del silencio ajeno, cree que todo está permitido y rodea poco a poco el perfil de cada ser humano que vive en la pobreza, que carece de defensa y que no puede más que silenciar su dolor, hasta llevarlo al último hogar donde habita lo humano, o sea, el olvido.
.Quien sirve al poder no cesa de aniquilar el odio con la violencia. Entonces se sienta en los picos del dolor y mira a lo alto para cubrir de gloria su vejatoria hazaña. Ahora es capaz de castigar y perdonar. Es un dios.

Y así transcurre el devenir del hombre: deambula con su soledad y su silencio. Y nosotros seguimos en nuestra rutina alimentando esta sociedad enferma y viviendo en nuestros desiertos de orgullo: quemándonos en nuestras cosas, ardiendo en la llama del progreso y dejándonos cegar por la luz de una mirada infantil y perezosa.

Sartre dice en Muertos sin sepultura que “no estamos hechos para vivir siempre en los límites de nosotros mismos. En los valles también hay caminos.” Diríase que tenemos que vivir en los valles fértiles de nuestras posibilidades más profundas y asumir el reto de llegar a ser el que somos, como dijo Píndaro, pero juntos, uniendo esfuerzos contra aquellos artesanos hipócritas que vencen con la fuerza.

Los deseos, a veces, arrastran un poco de esperanza. En un poema de Raquel Lanseros leemos que “quizá porque uno solo es todos juntos, somos hoy más que nunca.” Antonio Colinas denuncia y desea como todos que el dolor de uno sea el dolor de todos y el silencio forzado de uno sea el grito unánime de todos.