incluida en la antología "Los siencios de fuego" (1988-1992)
(de Antonio Colinas: OBRA POÉTICA COMPLETA, Siruela, Madrid, 2011)
3 comentarios:
Anónimo
dijo...
ANABEL
Un poema puede expresar muchos tipos dispares de sensaciones, la poesía es un arte perfecto y adecuado para llevar a cabo este cometido. En estos versos aparece una comparación clara entre las distintas “habitaciones” que existen en el ser humano, entre lo oscuro y la luz. Para ello, Colinas hace uso de la naturaleza en el fenómeno de la nieve, especialmente por su color blanco, que resulta ideal para establecer comparaciones entre lo bueno, la pureza, lo limpio, el buen hacer de la persona, y lo oscuro de las acciones inadecuadas ,que suponen una carga, un peso (“Avanzas en lo blanco lentamente, avanzas con el peso de lo negro”) . Pero, poco a poco, nos vamos dando cuenta de nuestros errores; es un despertar a nuestra propia conciencia (“Mas, poco a poco … espacio de sí misma”), es entonces cuando el alma se abre paso con fuerza y se produce una transformación, fundiéndose en un paraíso de bienestar (paz interior), (“Al fin, ya todo es blanco en lo negro del hombre). Antonio Machado eligió un olmo seco para plasmar el fruto de sus sensaciones y, en dicho poema, al igual que Colinas, también menciona la luz en su conclusión final: “ Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera”. Incluso en su obra “Caminante no hay camino” refleja como toda persona se abre paso en la vida, tan sólo caminando, esto es común a Colinas en los versos mencionados anteriormente: “Avanzas en lo blanco lentamente, …”, la persona avanza, camina, con lo blanco o lo negro a sus espaldas, pero es así como va labrando su propia senda.
Por otra parte, el calor reconforta. Cuando se produce la transformación en la actuación de la persona, el frío desaparece, por ello se menciona el fuego y la zarza que llamea, por fin “oímos el crujido de la luz”, ya no hay habitación oscura, sino una única habitación en la que la luz ilumina cualquier rincón escondido y lo torna resplandeciente, tan bello como una sonrisa.
EL OLVIDO DE LO AUTÉNTICO Hablaba el otro día con unos compañeros sobre la obra de Colinas, y creo que uno de ellos acertó plenamente cuando identificó la poesía de Antonio Colinas, como “la poesía de la sencillez”. Sigo estando plenamente de acuerdo con tal apreciación. ¿Por qué?, pues porque es una poesía del agradecimiento constante y sincero a las cosas de la vida más cercanas que tenemos, más valiosas, “naturales”, asépticas de economía…Ahora bien, ¿no puede ser lo más cercano, lo más olvidado y escondido a su vez? En este poema, Antonio Colinas nos presenta una buena dosis de esperanza. Una esperanza que está por hacer y que implica un proceso, una duración. La esperanza de alcanzar cumbres más altas porque humanos somos. Nuestra negrura existencial es patente: vivimos con duelo, como juncos frágiles que en nuestra contingencia enfermamos, morimos y un sin fin de pesares acechan al hombre, que es trágico. Estar de luto es una condición presente en la Historia del hombre: ríos de sangre arrastran los cantos rodados de vidas humanas. Pero la esperanza está firmemente en pie; y como si de mundos paralelos se tratara, es necesario recobrar lo latente en el hombre, su auténtica mirada en lo olvidado, dejando lo más cruel y negro que llevamos, para atravesar al otro lado del camino, como si fuera sentir la intensidad del mundo que nos rodea, en nosotros; como pasar de una prehistoria de crueldad y maldad, hacia un paraíso donde el mismo hombre y su finitud logran estar en paz y armonía. Somos los mismos, antes y ahora, solo han hecho falta, duración, esperanza y ansias de sentir. Recobrar lo latente exige pues, una metamorfosis, un establecer la mirada en otro lado de nuestra existencia. Cae la nieve, no estamos solos. Cae la nieve, suena la naturaleza. Cae la nieve y calla el hombre. No estamos solos. Podemos escuchar la sencillez de la vida: conjuntadas nuestras vidas y la musicalidad del silencio del hombre.
Siento discrepar del último comentario, pero para los habitantes de la llanura la experiencia de pisar la nieve tiene un coste económico, (desplazamiento, ropa adecuada, alojamiento) y un una externalidad inherente de tipo medioambiental, que es la emisión de CO2 en dicho desplazamiento. Apareciendo en la literatura la relación de dichas emisiones con el calentamiento global, se demuestra que lo que más disfrutan de la nieve, más contribuyen a su desaparición. Yo considero más responsable y sostenible para mantener el alma blanca, caminar sobre el negro asfalto.
3 comentarios:
ANABEL
Un poema puede expresar muchos tipos dispares de sensaciones, la poesía es un arte perfecto y adecuado para llevar a cabo este cometido. En estos versos aparece una comparación clara entre las distintas “habitaciones” que existen en el ser humano, entre lo oscuro y la luz. Para ello, Colinas hace uso de la naturaleza en el fenómeno de la nieve, especialmente por su color blanco, que resulta ideal para establecer comparaciones entre lo bueno, la pureza, lo limpio, el buen hacer de la persona, y lo oscuro de las acciones inadecuadas ,que suponen una carga, un peso (“Avanzas en lo blanco lentamente, avanzas con el peso de lo negro”) . Pero, poco a poco, nos vamos dando cuenta de nuestros errores; es un despertar a nuestra propia conciencia (“Mas, poco a poco … espacio de sí misma”), es entonces cuando el alma se abre paso con fuerza y se produce una transformación, fundiéndose en un paraíso de bienestar (paz interior), (“Al fin, ya todo es blanco en lo negro del hombre). Antonio Machado eligió un olmo seco para plasmar el fruto de sus sensaciones y, en dicho poema, al igual que Colinas, también menciona la luz en su conclusión final: “ Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera”. Incluso en su obra “Caminante no hay camino” refleja como toda persona se abre paso en la vida, tan sólo caminando, esto es común a Colinas en los versos mencionados anteriormente: “Avanzas en lo blanco lentamente, …”, la persona avanza, camina, con lo blanco o lo negro a sus espaldas, pero es así como va labrando su propia senda.
Por otra parte, el calor reconforta. Cuando se produce la transformación en la actuación de la persona, el frío desaparece, por ello se menciona el fuego y la zarza que llamea, por fin “oímos el crujido de la luz”, ya no hay habitación oscura, sino una única habitación en la que la luz ilumina cualquier rincón escondido y lo torna resplandeciente, tan bello como una sonrisa.
EL OLVIDO DE LO AUTÉNTICO
Hablaba el otro día con unos compañeros sobre la obra de Colinas, y creo que uno de ellos acertó plenamente cuando identificó la poesía de Antonio Colinas, como “la poesía de la sencillez”. Sigo estando plenamente de acuerdo con tal apreciación. ¿Por qué?, pues porque es una poesía del agradecimiento constante y sincero a las cosas de la vida más cercanas que tenemos, más valiosas, “naturales”, asépticas de economía…Ahora bien, ¿no puede ser lo más cercano, lo más olvidado y escondido a su vez?
En este poema, Antonio Colinas nos presenta una buena dosis de esperanza. Una esperanza que está por hacer y que implica un proceso, una duración. La esperanza de alcanzar cumbres más altas porque humanos somos. Nuestra negrura existencial es patente: vivimos con duelo, como juncos frágiles que en nuestra contingencia enfermamos, morimos y un sin fin de pesares acechan al hombre, que es trágico. Estar de luto es una condición presente en la Historia del hombre: ríos de sangre arrastran los cantos rodados de vidas humanas. Pero la esperanza está firmemente en pie; y como si de mundos paralelos se tratara, es necesario recobrar lo latente en el hombre, su auténtica mirada en lo olvidado, dejando lo más cruel y negro que llevamos, para atravesar al otro lado del camino, como si fuera sentir la intensidad del mundo que nos rodea, en nosotros; como pasar de una prehistoria de crueldad y maldad, hacia un paraíso donde el mismo hombre y su finitud logran estar en paz y armonía. Somos los mismos, antes y ahora, solo han hecho falta, duración, esperanza y ansias de sentir. Recobrar lo latente exige pues, una metamorfosis, un establecer la mirada en otro lado de nuestra existencia.
Cae la nieve, no estamos solos. Cae la nieve, suena la naturaleza. Cae la nieve y calla el hombre. No estamos solos. Podemos escuchar la sencillez de la vida: conjuntadas nuestras vidas y la musicalidad del silencio del hombre.
Siento discrepar del último comentario, pero para los habitantes de la llanura la experiencia de pisar la nieve tiene un coste económico, (desplazamiento, ropa adecuada, alojamiento) y un una externalidad inherente de tipo medioambiental, que es la emisión de CO2 en dicho desplazamiento. Apareciendo en la literatura la relación de dichas emisiones con el calentamiento global, se demuestra que lo que más disfrutan de la nieve, más contribuyen a su desaparición.
Yo considero más responsable y sostenible para mantener el alma blanca, caminar sobre el negro asfalto.
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