miércoles, 18 de mayo de 2016

Sobre "Memorias del estanque", de Ramiro Guardia

Ramiro Guardia

MI VISIÓN SOBRE “MEMORIAS DEL ESTANQUE”


Finalizada la lectura del libro, cerré los ojos y pensé: -¡qué bien se debe sentir esta persona, que ha logrado forjarse una vida en sintonía con sus deseos! Claro está, que me refiero a los deseos de ser escritor, porque, respecto a otras vicisitudes de la vida, bien sabemos y así nos lo expone Colinas, nada o casi nada podemos remediar. Y es que toda la obra que aquí presentamos está atravesada por la vocación sentida de querer ejercer la libertad. La libertad de hacerse autor de su propia vida, de forjarse un carácter a su medida; a la medida de lo que uno piensa y siente. Ya desde bien joven Antonio Colinas sentirá la necesidad de iniciarse en una tarea que hasta día de hoy le ocupará. Ahora, ya a sus 70 años, el poeta arranca a la memoria todo lo que puede para hacernos ver que, aunque la vida no lleva una dirección lineal seguida de pasos siempre deseados y queridos, sin embargo sí podemos decir que es la vida de un escritor que ha querido y sabido fijarse unas metas bien claras. Digamos que ha querido ser escritor de su propia vida: escritor de páginas que nacieron blancas y él pintó –y pinta- su huella. Bien es verdad que la memoria sin olvido no sería memoria; pero recogido queda, lo que queda, en esta obra, que igual podría subtitularse: y cómo fui haciendo lo que más deseaba, ser escritor.

Decía Ortega que la vida humana está constituida de dos elementos fundamentales y muy propios, de los cuales nos apropiamos haciéndonos cargo: a) nuestro carácter, que nos vamos forjando a lo largo de nuestras decisiones y consciencias de lo que vamos considerando como más oportuno. La libertad brilla en este punto sobre el fatalismo o la inconsciencia; y, b) el mundo al que somos arrojados, no elegido por nosotros y que sin embargo nos condiciona. En este apartado están las vicisitudes que van surgiendo en la vida misma, los cruces de caminos y acontecimientos que la vida nos va deparando. Pensando en este pasaje de Ortega en su defensa del raciovitalismo, me paro a pensar sobre la obra “Memorias del Estanque” de Antonio Colinas. Diré que he disfrutado tanto de la belleza de sus palabras como de la intriga que nos va mostrando en una vida, la vida de Antonio Colinas. La visión del narrador es retrospectiva, una vista atrás buscando y rastreando los puntos de inflexión que hacen de la vida de Antonio Colinas la vida de un escritor y amante de la palabra. Y, así como el agua busca su lugar de salida y expansión, Colinas buscó su salida vital en las letras.

Que hoy son tiempos de poca poesía, eso es claro; ahora bien, lo peor es que no se reconozca tamaño esfuerzo, o que se considere al escritor como si su oficio más bien se refiriera al ámbito de la gracia, caído del cielo: una especie de don que en nada tuviera que ver con la dedicación y el esfuerzo. Colinas, en abundancia, nos da testimonio de la dureza de ser escritor, y de lo sacrificado que supone ser, por ejemplo, traductor.

Me ha llamado la atención el goce de libertad que se respiraba en los tiempos en que, siendo joven, se vivía en la asociación Dintel. Una especie de asociación-tertulia literaria donde profesores y alumnos compartían, allá por los 60, tiempo y espacio con fin literario. Libertad y fluidez intergeneracional; creatividad y lecturas en voz alta, hasta horas intempestivas.

Sigue la vida de un poeta, que no deja de estar animada por sucesión de vías y caminos que le van llevando de un sitio a otro, a conciliar amigos y experiencias. La Bañeza, Córdoba, Madrid, Milán, Ibiza…, y siempre buscando una misma meta: vivir, vivir la pasión de escribir. Pero, ¿Cómo escribir?; ¿Escribir como quien busca el elogio en las letras impulsado por el “yoismo”? ¿Escribir como quien domina el mundo, y éste a sus pies da gracias al escritor-creador? No; Colinas, en “Memorias del Estanque”, deja hacer; su personalidad labrada se ha retirado del mundo visible de la fama y la apariencia; su poesía y escritura en general quiere acompañar a aquello que le rodea con su palabra. La obra de Colinas no pretende imponerse sobre las cosas, ni pensar que él se las inventa. Todo lo contrario, es una poesía que quiere ser, con su belleza, mero transmisor de la realidad que le circunda. La poesía es conocimiento, es salvífica; es humanidad.

El agradecimiento está por doquier en toda la obra: agradecimiento a los parajes, excursiones, vientos y demás fenómenos de la naturaleza. Agradecimiento a unas raíces, las tierras leonesas, que nunca dejarán de estarle presente. ¿Y qué decir de las personas? Me paro aquí un momento, porque creo que hay que decir dos cosas al respecto: 1) el buen tratamiento que Colinas hace de su gente y de la gente que le ha rodeado. Es como si, ni el rencor, ni la envidia ni la conflictividad fueran con él. Ni ahora ni nunca. Es más, creo que las personas que aparecen nombradas en este libro se sentirían, o sentirán, más que agradecidas por lo bien que Antonio Colinas les dibuja. 2) Además, me parece de una gran generosidad, la inmensa bibliografía de libros y personajes que aparecen en esta obra, y que será un gustazo para el lector que quiera aprender más y curiosear en los libros, que han significado parte del alma del mismísimo Colinas. En este sentido, los poemas inéditos que aparecen son de agradecer. María Zambrano, Escohotado, Alexaindre, Panero, Rilke, Valente, Umbral, Tierno Galván, Pío Serrano, Hölderlin, Lorca, García Calvo, Antonio Machado, Cela, y un largo etc. Y cuando digo “y un largo etc.”, no exagero. Es impresionante la de autores y obras que el autor nos presta en “Memorias del Estanque”; así como música y obras de arte. Y es que las personas que han formado y forman parte de la vida del poeta son delicadamente tratadas, con una humildad que aporta, quiera o no el escritor, datos más que significativos para hacerse una idea de quién es Antonio Colinas como persona.

El libro puede verse como una lectura de profesor a alumno. Así la he visto yo, y de esta manera, he aprovechado para hacerme una lista de libros, autores y artículos que son referencia fundamental en el libro, y que yo desconocía. Así que, tengo que dar las gracias al autor porque abre ojos a una fuente estupenda y abundantísima de riqueza cultural. A este respecto, por ejemplo, acaba de llegarme a casa un libro de Leopardi y otro de Luis Moliner, así como la semana pasada, tratando el tema de Filosofía Política, leí con mis alumnos de 1º de Bachillerato, el artículo de Colinas escrito en el 84, “Encuentro con un nacionalista leonés”, donde salen a relucir conceptos tan candentes hoy día como: naciones históricas, nacionalismo versus universalismo, derechos arrebatados, parlamento…

Concluyendo, pasado y presente se conjugan en un intento por dar armonía y paz, por conjugar a su vez lo que Colinas diría, la dualidad de la vida: lo que me ha sido y no elegí (una familia, un hogar, unos paisajes…) / con la intencionalidad de aspirar a ser escritor; lo que se observa presente / con lo oculto invisible.

Un goce de lectura, sobre una vida que ha querido ser auténtica y ejemplar. Conseguido.


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