miércoles, 24 de junio de 2015

Con el poeta, en Carrizo de la Ribera

Ramiro Guardia Esteso

Llegamos a nuestro encuentro puntual. Llegar a tiempo, es una virtud añadida a simplemente llegar. Nuestro destino, La Casa de la Cultura de Carrizo de la Ribera. Poco tiempo después, Antonio y yo nos encontramos ante una sala llena de gente, en su mayoría miembros de la Comunidad Educativa que festejaban la jornada de actividades culturales del I.E.S. "Santa Mª de Carrizo". Sentados el escritor y yo en una mesa vestida de negro, comenzamos a presentar el acto, agradeciendo su generosidad kantiana por visitarnos, y pidiendo a nuestro auditorio el disfrute de la fiesta de la poesía con el eminente Don Antonio Colinas.


Antonio Colinas intervino haciendo una necesaria referencia a la necesidad de no separar dos realidades fundamentales, poesía y vida: la vida no puede ser sin la poesía, porque la poesía es consustancial al hombre; la poesía no son solo apuntes en una clase o ritmos encajados en un libro de texto; la poesía es vida porque no es lenguaje inhumano o juegos lingüísticos a espaldas del hombre y sus realidades. El poeta esboza sus viajes, sus idas y venidas por los distintos lugares de España y en el extranjero, su infancia, sus experiencias con el Mediterráneo. Recuerda la experiencia de alguien que en su día le preguntó cuántas obras había escrito. Por supuesto él lo desconocía; cuando llegó a casa quiso saciar esa curiosidad y se dio cuenta de que tenía más de 60 libros escritos: nadie puede dudar, al menos, de su trabajosa actividad literaria y vocacional: poesía, ensayos, novelas, traducciones, críticas literarias…, respuestas todas ellas a la misma curiosidad por la literatura, por el arte de escribir, por la vocación de escribir. Recuerda el poeta la clasificación de la crítica en la generación de los novísimos, a lo que él responderá que, aunque existan aspectos comunes clasificatorios, cada escritor tiene un tono, un sonido especial y único.

De esta manera, el alumnado iba percibiendo que las palabras de Antonio Colinas no querían enfriar a la gente, o aplomar con versos de más o menos buena retórica para convencer al público. Al contrario, Antonio Colinas pretendía hablar de poesía, es decir, hablar de la vida, al objeto de llegar más allá de la piel superficial de los presentes.

Turno de palabra para los alumnos, que, en resumen, tenían organizado un encuentro entre la asignatura de Ética y la poesía de Antonio Colinas. Es decir, se trataba de representar una especie de lección de Ética, conjugando en la medida de lo posible, poemas de Colinas válidos “para la causa Ética”. Casi una veintena de alumnos fueron leyendo escritos breves que intentaban hacer comprensible la poesía de Antonio Colinas, en base a imágenes.

(ejemplos: SI FUERA UNA RELIGIÓN, SERÍA UN POCO DE TODAS Y NINGUNA A LA VEZ; LLEVARÍA POR LIBRO UN POEMA, POR ROPAJE UNA TELA LARGA REALIZADA LENTAMENTE CON MATERIAL NATURAL, DE UN SOLO COLOR, EL COLOR DEL RESPETO.
SI FUERA UN PAISAJE, PODRÍA SER UN CONJUNTO DE MONTAÑAS, LOMAS ANCHAS Y ELEVADAS; ALGÚN RÍO ARRASTRARÍA CANTOS RODADOS Y ANIMALES DE TODO TIPO BAJARÍAN TÍMIDAMENTE A ACARICIAR LA VIDA CON SUS LABIOS). 

Expusieron murales donde cada cartel representaba el trabajo de un poema de Colinas.

Después empezaron a recitar poemas, como, IV, de Los Cantos de ónice, V, de Junto al Lago, de, El Laberinto Invisible, La Mordaza, Del Jardín Filosófico…; mientras tanto, de fondo, unos alumnos tocaban la flauta travesera y guitarra clásica; y, a veces, una guitarra eléctrica acompañaba los versos. Sumando a éstos, una alumna pintaba, mientras se entrecruzaban los versos y las notas musicales, un paisaje previamente pensado a partir de temáticas del poeta. 

Toma de nuevo la palabra Antonio Colinas, subrayando la belleza del acto; acto que le dará pie para hablar de la importancia de la no especialización de las artes. Su voz comenzó a entonar unos versos que acalló incluso el murmullo de los asistentes más pequeños. Versos de Noche más allá de la noche; La prueba; La madre de todas las fosas, donde el poeta mostró su sensibilidad hacia el problema de la inmigración, argumentando la necesidad de impedir la salida emergente de los desfavorecidos, sino de auxiliarles en sus propios países, en sus propias raíces. De Manantial de la luz, leyó Los últimos veranos, Fe de vida y Si a vuestra vida un día llegase el huracán, poema elegido debido al joven público, pues la temática se basa en la relación entre un padre y sus hijos. Lanza Antonio Colinas ideas e ideas que me parecen deben sonar como preguntas en el ambiente, ¿Por qué hemos olvidado la importancia de la palabra y de la escritura –animando a los jóvenes asistentes a iniciarse en la escritura como experiencia personal-? ¿Por qué no buscar en la poesía la paz interior –para lo que recomendó la memorización de su Canto 35 de, Noche más allá de la Noche? ¿Por qué no buscar en la poesía conocimiento?

Turno de preguntas por parte del público, que no paró hasta que llegó la pausa, pausa debido al límite del tiempo, no al silencio de los asistentes. Ovación y múltiples agradecimientos.

El final que clausuraría nuestro encuentro con Colinas, se sitúa en la misma ribera del Órbigo, cerca de plantaciones de lúpulo que, al mirarlos del principio al fin, me parecía que me daban más capacidad para introducir aire en mis pulmones; el sonido del río que tornaba bajo un antiguo molino nos pareció el más idóneo y auténtico para seguir hablando, entre amigos… Antonio Colinas pidió una cuartilla y, como si no pudiera dejar de recoger pensamientos, escribió unos tres renglones y siguió hablando y relacionando, como siempre, Naturaleza, Filosofía y Poesía. 

Qué decir respecto a la pregunta de Adorno, ¿cabe la poesía después de Auswitch? No hay duda alguna al respecto.

Cuando el fin llega, parece que todo lo anterior adquiere su sentido más profundo: nada fue en vano aquel 19 de junio de 2015.

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